Continúo con la operación rescate de mis viejas canciones. Hoy le toca el turno a «Dónde está el final». Como siempre, la puedes escuchar directamente en el player (letra y música: Juanra Salamero)
«Dónde está el final» es prima hermana de «Será» : otra canción nacida en la tristeza de un 2003 lleno de claroscuros. Aunque suene raro, quizá la principal diferencia entre ambas canciones/emociones sea climatológica: «Dónde está el final» es, al contrario que «Será», fruto del frío. Donostia, cómo no, vuelve a ser el escenario de esta melodía.
La grabación, hecha en casa con mi mesa de mezclas Zoom MR-1224, de la que ya hablé al presentar «Sueños en la piel«, está repleta de errores de principiante. Espero que sepáis perdonarlos (juro que, hoy día, no se me ocurriría incluir las partes habladas de la canción, entre otras cosas… pero es lo que hay). Guitarras, voces y la programación del bajo/batería son mías.
La letra de «Dónde está el final» no esconde ningún misterio. Es triste, sencilla y transparente: estaba tan harto del dolor que solo ansiaba saber cuándo acabaría, como un niño que, cansado de un largo viaje, no deja de preguntar: «¿Falta mucho?»
Lo mejor es que, realmente, no faltaba mucho 😉 A finales de 2003 Vanessa entró en mi vida y, aunque el año en sí se cerró en falso, fue el punto de inflexión que cambió mi vida para mejor y para siempre. ¿Quién me hubiera dicho entonces que, 9 años después, estaría escribiendo este blog junto a nuestra hija Eva?
The Boss
Reescuchándola hoy, y salvando varios millones de mundos de distancia cualitativa (no tengo la más mínima intención de hacer el ridículo comparativo, porque es evidente que no hay comparación posible), creo que «Dónde está el final» bebió conceptualmente, al menos un poco, de “Streets of Philadelphia”, de Bruce Springsteen, especialmente en base rítmica.
Para mi «Streets of Philadelphia» es una de las mejores canciones de la historia (no fue casualidad que ganara el Oscar a la mejor canción y cuatro Grammys, incluyendo los de mejor canción, mejor canción rock y mejor interpretación), algo solo al alcance de un genio como «The Boss».
Y es que, aunque nunca he escrito una canción pensando: «Hey, quiero que mi canción suene como esta otra», supongo que ningún compositor puede evitar que el mundo musical que le rodea acabe tiñendo sus creaciones.
Porque 2003 fue un año totalmente «The Boss» para mi. En mayo de aquel año recorrí más de 600 kilómetros para escuchar en directo el mejor concierto de mi vida. Más de tres horas de música, energía y voz en directo a cargo del gran Bruce Springsteen con la E Street Band. El escenario: «El Molinón» de Gijón. La gira: «The Rising». Brutal. Aún se me pone la piel de gallina al recordar «Thunder Road» en directo y cómo brotaron las lágrimas de mis ojos al escuchar los primeros acordes. Mi sueño: llegar a escribir, algún día, una canción que le haga sentir a alguien lo que las canciones de Springsteen me han hecho sentir a mí.
“Dónde está el final”
Está triste mi ciudad, sabe a frío y sal
Melancólico lugar, huele a soledad
Hoy no quiero recordar, necesito no pensar
Busco tranquilidad para poder descansar
¿Dónde está el final de esta densa oscuridad?
¿Cuándo volverá un poco de claridad?
Aunque no pueda lograr la felicidad
Llora San Sebastián mientras huye el verbo amar
Hoy no puedo imaginar un mundo sin maldad
Me cuesta respirar, no me puedo concentrar
Solo me quiero sentar y ver al tiempo pasar
¿Y dónde está el final de esta triste realidad?
¿Cuándo empezarán estas nubes a escampar?
¿Dónde está el final de esta densa oscuridad?
¿Cuándo volverá un poco de claridad?
Aunque no pueda lograr, la felicidad

